2012-10-24

#PostRobado: El Retorno del Rey

Renewed shall be blade that was broken, the Crownless again shall be king.
| J.R.R. Tolkien -The Fellowship of the Ring.
Por lo general suelo bromear que tengo 16 años. Inconscientemente quizás, fue una de las mejores épocas que recuerdo en mi vida. A decir verdad, en este momento puedo agradecer que muchas de las cosas buenas que me habían pasado entonces y que parecían haberse ido para siempre tienen su nueva versión ahora. Me siento un pibe, un adolescente de nuevo. Pero, a veces, por más adolescente que se sienta uno, hay que volver a la realidad de que ahora uno tiene nuevas responsabilidades y nuevas maneras de ver la vida que lo condicionan.
Hace un tiempo leí una frase que me llegó bastante y decía algo así como "El que no fue comunista a los 15 años es un tarado, pero el que lo sigue siendo a los 25 lo es aún más". Y no tiene nada que ver, para mí, con una ideología política en particular. El punto es que de adolescente, tenemos la obligación de ser unos románticos e idealistas empedernidos, pero que esto no puede durar para siempre. Hay otras cosas en la vida. Sin embargo, ¡ojo! esto no significa -ni mucho menos- que ya no haya que luchar ni desear un mundo y una vida mejor para uno y para los demás. Todo lo contrario, debería ser una de las obligaciones primordiales de todo ser humano.
Me fui por las ramas, as usual. Como me siento de 16 años again, pero esas barreras psicológicas de las 21 me impiden expresarme como tal, hecho mano al blog del amigazo Patricio, Pato para los amigos. Una de esas personas que te deja pensando... ¿en verdad este tipo es un adolescente modelo siglo XXI? A pesar de las diferencias ideológicas en muchos aspectos, Pato es uno de esos pibes que "te devuelve las esperanzas en la juventú", porque una mente así de despierta no se encuentra todos los días.
Pueden leer el post original haciendo click aquí.

El Retorno del Rey

Un príncipe y una princesa de dos reinos totalmente alejados y distintos, un día, se encontraron. Hablando todos los días descubrieron que tenían mucho en común y el cariño entre ellos creció muy rápido, tal vez demasiado. Nunca ninguno de los dos se había sentido así, algo que surja tan rápido, con tanta facilidad, que se sientan tanto en la vida del otro habiendo pasado solo unos meses, era algo totalmente nuevo en su vida, pero estaba sucediendo, no lo podían creer pero estaba sucediendo. El príncipe se acercaba todas las noches hasta la cama de la princesa, donde le cantaba hasta que esta se duerma. El príncipe moría por quedarse y dormir abrazándola, pero no, sabía que las cosas no tenían que ser tan rápidas ni era lo mas conveniente. Hacía caso a su lógica y su paciencia y, luego de cantarle, se retiraba a su reino a descansar, triste, porque no podía estar con ella, pero feliz, porque era una de las pocas veces en la vida en la que las cosas le estaban saliendo perfecto, tal cual él deseaba.
Entre montones de proyectos carentes de lógica que habían tenido, hubo uno en especial que los sedució mucho: el irse lejos, armar su propio castillo y ser Rey y Reina. Montones de comentarios hubo al respecto, mas en contra que a favor, pero ellos hicieron oídos sordos a esto. Trataron de ponerle mil palos en las rueda y, sin embargo, ese sentimiento mutuo de pasar una eternidad juntos logró romperlos todos. Ninguno podía creer lo que estaba pasando y cómo estaba pasando; ni siquiera un año había pasado y ya se encontraban proyectándose como Rey y como Reina, nunca se habían sentido así, no en tan poco tiempo. Comentaban sobre ellos, que nunca se la había visto tan feliz, que nunca se lo había visto tan entusiasmado. No querían mirar atrás: había un pasado que los atormentaba a ambos, cada uno con su muerto en el armario. Pero querían dejar toda la basura de sus vidas atrás y proyectarse en sus sueños, en esa vida juntos que tanto soñaba. Hasta casi era nuevo ser lo felices que eran, no estaban acostumbrados, la vida nunca había dibujado esas sonrisas en su cara. No soportaban ver al otro mal, simplemente no lo toleraban, no lo podían aceptar. No podían aceptar que lo que mas querían en el mundo no esté sonriendo, hacían lo imposible por hacerlo sonreír, aunque cada segundo que estaba mal era una puñalada.
Después de meses y montones de comentarios y pensamientos al respecto, esta princesa, este príncipe, terminaron su castillo, donde fueron a la sala principal, se coronaron y se auto declararon Rey y Reina. Vivían ellos solos en ese castillo, no necesitaban a nadie mas, solo un par de allegados que no estuvieron en contra de este proyecto se acercaban a matar el tiempo con los reyes. Pero aún así, el ver sus sueños cumplirse, el compartir el día a día con el otro hacían feliz a este Rey y a esta Reina que no necesitaban nada mas que sus mutuas presencias.
Un día, una noche mas exactamente, el Rey, paseando por sus jardines, notó que aquellos ríos que antes transportaban agua cristalina, ahora transportaba sangre; un mal augurio, seguramente, esto no podía ser bueno, para nada. Se dirigió a la sala principal, pensando en que podía pasar, qué llevó a tan penosa situación que arruinaba la belleza de su castillo. Millones de ideas pasaron por su cabeza, pero no imaginó lo que lo esperaba. En esa misma sala donde había sido coronado, donde había empezado a creer en la eternidad, recibió lo que fue una de las noticias mas pesadas de su vida. Una vida muy lejos de ser victoria tras victoria, una vida que se caracterizó por la soledad y por la derrota. Esta nueva ilusión representaba para este entonces Rey el rompimiento de esa constante mala suerte que había acechado su vida. Una vez, el Rey creyó estar haciendo todo bien. Pero no, se equivocó, una vez mas se equivocó, hizo las cosas demasiado rápido. La Reina no había logrado olvidar a quien anteriormente la sometió y maltrató, a quien le había traído mas infelicidades que felicidades, con quien anteriormente soñó el sueño que ahora estaba cumpliendo con este Rey.
Con la cabeza agachada, pocas preguntas y los ojos húmedos, el Rey aceptó la realidad y se retiró del castillo. Ese castillo que representaba su sueño mas grande, una de las pocas ilusiones que se había cumplido. Pero, contra todo pronóstico, el Rey pasó un mes en la puerta del castillo, No aceptaba que el fuera despojado de su sueño por alguien que solamente traía sufrimiento. El ya no Rey no culpaba a nadie mas que a si mismo, y en parte tenía razón, en parte no. Tal vez todo pasó demasiado rápido, tal vez él apuró demasiado las cosas y ese fue su error. No culpaba ni a la Reina y al ahora Rey de la situación que estaba pasando. Situación que lo destrozaba, que lo ponía triste como pocas veces había estado. Él sabía perfectamente que la culpa no era de la Reina: ella no hizo nada malo, a lo sumo se confundió, nada mas, pero es humana, se puede confundir como cualquier otro, no por eso es su culpa. De hecho, le parecía bien lo que estaba haciendo; fue sincera a sus sentimiento y no trató de engañarse, era lo mejor para todos realmente, no podían vivir encerrados en una mentira, intentando auto convencerse de que la relación que estaban teniendo era tal cual se planteaba. Pensó que había superado el pasado cuando, realmente, este pasado todavía estaba presente en su mente.
Muchos comentaron sobre la actitud del ya no Rey, creyeron que había perdido la cordura ¿Cómo iba a estar ahí, sentado, esperando por un sueño cuando era claro que lo despojaron del mismo? Así no hacía las cosas este ex Rey, no era común de él. Otros, directamente, lo trataron de idiota, no entendían la esperanza que aún guardaba este Rey. Una esperanza que día a día se iba debilitando. Otros pasaban y lo aplaudían, ya casi martirizándolo por la situación que estaba pasando por seguir firme en sus convicciones. A él no le interesaba, directamente no escuchaba lo que decían sobre él, hacía oídos sordos, tanto a los que opinaban en contra de su actitud como a los que opinaban a favor. Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo, estaba cuidando esa esperanza que tanta felicidad le había dado y hoy lo destruía. Lo destruía, sí, pero sabía que si esto le salía bien, cualquier sufrimiento, cualquier espera iba a valer la pena. Pero este pretendiente del trono es humano, también, y el ver como pasaba el tiempo y seguir sufriendo hacía debilitar sus esperanzas. Hasta llegó a enojarse ¿este príncipe?¿Enojado? No era muy común verlo enojado, fuera de sí, pero esta situación lo llegó a superar en una ocasión, que logró escuchar un par de sonidos provenientes del castillo. Castillo que se caía a pedazos y que en su momento había guardado todos sus sueños y esperanzas. Pensó en rendirse montones de veces, pero siempre algún recuerdo se hacía presente en su memoria y se acordaba de porqué estaba ahí. Él sabía que la Reina seguía pensando en él, que él no había pasado a ser un cero a la izquierda en su vida. Lo sabía pero no lo creía. Efectivamente, él se creía un cero a la izquierda en todo este asunto, que no pinchaba ni cortaba en la vida de nadie. Otra vez, este ya no Rey, no se sentía importante en la vida de nadie.
Cansado de la situación, pensó que ya no merecía esto, se terminó de convencer que era nada y decidió irse de donde estaba. Buscando un nuevo rumbo, una nueva vida, tal vez un nuevo castillo. Cuando la Reina se enteró de esta decisión lo persiguió y le pidió por favor que no se retirara de su vida, que simplemente necesitaba convencerse a si misma de que él, el que había sido Rey, era lo mejor para ella. No le podía decir que no, no podía saber que le estaba haciendo mal con una acción, no la podía dejar sola con quien le había traído sufrimiento. No, la idea de irse era un total error, no podía hacerlo, simplemente no podía. Era desechar un esfuerzo que lo había llevado hasta donde estaba ahora, era saber que dejaría a la persona que mas había amado solamente rodeada de lágrimas. El aspirante al trono siguió en su actitud, pasando día y noche en la puerta del castillo, sin importarle nada, ni su sufrimiento ni ningún comentario. Él tenía presente su sueño y el de su Reina, no podía ignorar estas dos cosas.
Finalmente, un día, después de un larguísimo mes, el aspirante al trono recibió la noticia que tanto esperaba y tan feliz lo hizo. Pocas noticias lo hicieron sonreír como esta. Ese trono llevaba su nombre y el de nadie más. Era él quien debía y merecía estar ahí, sentado en ese trono, haciendo feliz a su Reina y sonriendo todos los días con ella. Las puertas del castillo se abrieron para permitir su paso. Vio que el castillo que él mismo había construido estaba destrozado respecto a como lo recordaba. Había mucho que hacer, pero no le importaba en ese momento, era el hombre mas feliz del mundo, era el Rey mas feliz del mundo. Su sueño, su esperanza se cumplió y volvió a coronarse Rey de este castillo que representaba sus sueños, sus esperanzas y su creencia en la eternidad, los cuales volvieron a él. Era un hombre nuevo, de esa persona a la que todos veían caminar con el pelo tapándole la cara, siempre con la cabeza agachada y de poco hablar, pasó a ser un hombre feliz, que sonreía y ya no estaba de mal humor. Miraba el mundo de otra forma a lo que lo venía mirando, con la sonrisa de su Reina como farol.

Este Rey supo que hacer cuando su Reina se sentía mal.
Sacó las astillas de su corazón.
Supo que decir, supo convencerla.
Supo que hacer cuando se sentía bien.
Sacó la anestesia y, sin embargo, salvó sus sueños.
Lamió los rasguños de su desesperación.
Supo que decir, supo convencerla.
Le sacó esa daga que se había convertido en dolor.
Le dio un mundo y ley a ese reino.
Hizo valer las esperanzas de la reina.
La hizo feliz, sin ser triste.
La despojó de esa maldición que la hizo Reina.

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